POR: JOEL F. GÁLVEZ VIVAR
8 DE OCTUBRE DEL 2016 (WdC).- Yucuñuti de Benito Juárez, Tezoatlán, Huajuapan, Oax., El trabajo forja a los hombres del campo al servicio de la patria; trabajar se toma como juego de niños, el campo fortalece la nobleza del indigenismo oaxaqueño; pudiese mirar como explotación hacia la niñez, pero no es así, cuando entre los rurales es tradición cultural y costumbrista.
En los pueblos indígenas de México, la familia en conjunto realizan toda actividad campirana, desde la siembra de maíz, como el corte de leña y palma, hasta el cuidado del ganado caprino, vacuno, caballar y asnar, además de aves de corral; en provincia desde la niñez se inicia con esa actividad como parte de distracción y ayuda, es la idiosincrasia misma la que conlleva a hacerlo con amor y ternura.
Los rurales así comenzamos cada jornada, entre gozo y disfrute de la naturaleza y todo lo que lo rodea, como ríos, barrancas, arboledas, milpas, palmas, bejucos, henos, flores y aves silvestres, el olor a la naturaleza a flor de piel, es la tradición asentadas desde inmemorables tiempos, la niñez se suma a ello como para hacerse ‘hombre o mujer’, cuentan los abuelos.
Los varoncitos, se les enseña como cortar leña, palma, además cómo arrear el ganado, así como conducir a la yunta en tiempos y épocas de labrar la tierra y de siembra como ‘echar semilla’ y cuando ésta germina, sobre el cuidado que habrá que darle. En cuanto a la mujercitas, se les indica cómo martajar el nixtamal y ‘echar calientitas’, además de hacer salsa con juague, para enseguida mojar la calientita y a desayunar o comer, como sea el caso.
La ayuda mínima que ayuda de los pequeños es tradición costumbristas y natural entre los rurales, el indigenismo arraigado a ello, le es muy normal que sus hijos, nietos, lleven consigo pequeños trozos de leño o palma colgados de sus hombres o hacia las espaldas, ello no representa explotación, porque es parte de la idiosincrasia de los pueblos autóctonos de la mixteca oaxaqueña y así ocurre en todo el territorio nacional.
En la zona rural tanto la niñez como la juventud se desarrollan siempre en un ambiente sano, pulcro y libre de contaminación del aire, como ocurre en las grandes urbes de zonas urbanas y semiurbanas; además de que les ayuda a pensar mejor para ser mejores hombres al servicio de la patria, sin vicios, ni contaminación de alguna índole; los rurales demandan y requiere subsidiaridad de los gobernantes para alcanzar su pleno desarrollo, porque tienen capacidad demostrada a cabalidad, que los rurales son la esencia y tronco común de la patria mexicana.
Para quienes tuvimos que nacer en provincia de México representa no solo orgullo sino amplias satisfacciones saber que somos la esencia y tronco común de la Nación Mexicana, las familias rurales son la verdadera identidad de familias de México, aguantadoras, lo soportan todo, los vencen todo, siempre en conjunto como familias se enfrentan las adversidades tanto de la naturaleza como las ocasionados por los gobernantes, como las devaluaciones del peso mexicano, las carencias impuestas por las equivocadas políticas del gobierno mexicano, como el alza de precio de la canasta básica; las familias indígenas lo enfrentan con dolor y mucho sufriendo, pero ahí están como familias, como esencia y principio de la sociedad mexicana, por lo tanto, la niñez va incluido su aporte y colaboración en las labores cotidianas del campo, el aprender y enseñar, siempre es bueno, entender que es preciso ‘hacerse hombrecito y mujercitas’.
México sería otro si comprendieran las colaboraciones de la niñez rural o indígena, la vida para ellos sería más sano y satisfechas las condiciones y situaciones que hoy enfrenta la juventud y niñez de México urbano y semi urbano ante tanta contaminación de toda índole.