CANCÚN (La Silla Rota). El secuestro y la extorsión cada día es más evidente en Cancún. Los empresarios restauranteros de la avenida Bonampak, la zona centro así como los pequeños hoteles de la zona dorada saben de qué se trata, conocen cómo funciona el negocio y lo que es peor, lo toleran bajo el argumento de que “no se debe afectar el turismo”.
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Bajo este argumento se han ocultado los negocios ilícitos de quien identifican como Víctor Luis Rodríguez Lara “El Tío”, familiar de Leticia Rodríguez Lara “Doña Lety” quien a decir de las autoridades federales en el país, controla todo el trasiego de drogas, los levantones y el cobro del derecho de piso en bares, discotecas y casas de citas.
Algunos otros puntos ubicados como giros negros se ubican en Puerto Morelos, la zona hotelera de Cancún, la zona de la Alfredo V. Bonfil, Tulum, Xel-Ha, Islas Mujeres y Cozumel.
Testimonios de los afectados, quienes se mantienen en el anonimato pues conocen el poder del llamado Cartel de Cancún, detallaron que cada negocio paga de entre 5 y 10 mil pesos mensualmente, lo que le genera ganancias millonarias a esta célula criminal.
En Cancún, el nombre de ‘El Tío’ inspira temor. Se sabe que policías locales trabajan para él por lo que no es posible denunciarlo o quejarse con nadie.
Para el pago del servicio llega ‘El Flaco’ en un taxi diferente cada mes. Los taxistas no tienen más opción que someterse, fungen como halcones y alertan de la llegada de policías federales, militares y marinos, incluso de la prensa.
Se tiene el control de todo, a tal grado que los taxistas –con el argumento de que están esperando clientes- siguen a los personajes señalados, entre los cuales se encuentran empresarios, funcionarios gubernamentales y fotógrafos. Ellos detallan a dónde van, qué hacen, en dónde comen y con quien se reúnen.
“No hay más qué hacer, han matado como a tres taxistas aquí y no se puede acusar con nadie, no nos pagan. Se hace sólo para que nos dejen trabajar porque es la única fuente de ingreso que tenemos. Pero sí, que ya se los chinguen para que la ciudad este en paz”, comentó un taxista originario de Veracruz, quien salió del puerto esperando encontrar la tranquilidad que le robaron allá.
Las drogas se consiguen con facilidad en el llamado ‘callejón de los milagros’, un resquicio de calle donde los turistas de todas las nacionalidades acuden y compran sin problema. Brasileños, colombianos y gringos arriban al lugar las 24 horas del día, nadie los molesta pues aseguran “tienen permiso de los policías”, después de la media noche, ahora es común percibir el olor a mariguana o ver a los “jonkis” metiéndose de todo.
Los patrullajes existen pero también se hacen de la vista gorda, “mira, son turistas, si se quieren meter lo que quieran que lo hagan, siempre y cuando no se metan con otras personas, esto cada vez es más común, dime tu como se corrige, dice el taxista mientras continúa dando el “tour” de la descomposición social que vive el lugar turístico referente de México.
Al igual que controlan los giros negros, se controla la prostitución. Los padrotes le reportan al tío 500 pesos por cada mujer que practica el oficio más antiguo del mundo en la zona centro; las que llegan a la zona hotelera dan un porcentaje a cambio de cuidarlas y evitar que alguien abuse de ellas o que no les pague.
Ellas mismas son las encargadas de meter las drogas, nadie las revisa e incluso se camuflajean como turistas. La encargada de hacerlo es ‘La brasileña’. Es conocida por conducir un Jeep en color rojo, en cuanto la ven, saben que trae drogas y que puede haber problemas por lo que no le dicen nada, hace su trabajo y se va.
Los comerciantes aseguran que la situación se complicó desde que el nuevo gobernador tomó posesión, “no se ha sentado a hablar con nadie, entonces o los mete a la cárcel o los deja trabajar, así de sencillo es el asunto”, concluyó el chofer.