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domingo, mayo 19, 2024

Tixtla, el tiradero de cadávere

CHILPANCINGO, Guerrero (La Silla Rota).- La carretera Chilpancingo-Tixtla bien podría llamarse de la muerte, porque es el tiradero de cadáveres y la referencia de crímenes de la zona Centro de Guerrero. Ahí han desaparecido a servidores públicos de Chilapa, asesinado a normalistas de Ayotzinapa, y exhibido cuerpos destazados con el que se demuestran poder los grupos criminales de la zona.

Ese camino que conecta a Chipancingo con Tixtla y Chilapa queda justo en medio de la rivalidad entre Los Rojos y Los Ardillos, grupos criminales que de acuerdo a la Fiscalía General del Estado (FGE) se disputan el control de la región Centro con La Montaña baja de Guerrero. En el catálogo de municipios más inseguros del país están Chilpancingo y Chilapa, de los cinco que son del estado.

El ejemplo más claro de esa rivalidad es lo que ocurrió en el crucero a la comunidad de Atliaca el 20 de noviembre: a la orilla del puente que forma el cruce de las carreteras que lleva a Chilapa o bien a Chilpancingo, pero que es parte del territorio de Tixtla, dejaron los cadáveres de nueve hombres.

Cinco cadáveres estaban destazados y en bolsas color negro, y los otros envueltos en colchas atados de los pies y las manos, y una cartulina con un mensaje en la que dejaban expuesta la pugna por el control del territorio.

El 4 de octubre por la tarde, después de que los obligaron a bajar de la Urvan del transporte público, ruta Chilpancingo-Tixtla, sobre el antiguo libramiento, unos hombres dispararon contra Jonathan Morales Hernández y Filimón Castro Tacuba, estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Los mataron en lo que las autoridades sostuvieron que se trató de un asalto, hecho que terminó con dos muertos más.

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En la carretera a Tixtla incrementó la cifra a nueve estudiantes de Ayotzinapa asesinados de 2011 hasta ese día por la tarde.

Otra particularidad de esos 18 kilómetros de extensión es que es referencia de crímenes de funcionarios, ediles o servidores públicos de Chilapa: en julio, asesinaron, después de una persecución por la carretera, cerca de la cabecera municipal de Tixtla, al regidor de Juventud, Miguel Ángel Salmerón Nava. La persecución inició en la comunidad Plan de Guerrero: unos hombres que lo esperaban en la carretera le indicaron que detuviera la camioneta Honda CVR que conducía, no lo hizo y lo siguieron y dispararon; así es como lo mataron. A los dos hombres que viajaban con él los hirieron.

El uno de septiembre mataron al director de Obras Públicas también de Chilapa, José Luis Parra Jiménez; unos días antes se lo habían llevado junto con su chofer y un elemento de su seguridad personal cerca de Tixtla.

La carretera también es depósito de cadáveres de quienes no se alcanza a conocer más allá de la estadística de muertos del día en los periódicos. Uno de los que apuntaba a quedarse en el anonimato de esa cuenta diaria, es el del maestro de la Normal Rural de Ayotzinapa, quien impartía el taller de Talabartería, Gelacio Navarrete Morales: el 4 de julio pasado se lo llevaron unas personas, no se sabe quiénes, mientras caminaba por las calles del centro de Tixtla. Horas después su cadáver lo encontraron los policías en el libramiento o en la carretera de la muerte.

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