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domingo, abril 28, 2024

Entre los 2 demonios

Por: Gustavo Ferrari

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- La segunda mitad de la década del 60 no fue nada fácil para la revolución cubana y los permanentes intentos de Castro de convertirse en el líder del modelo revolucionario latinoamericano. La guerra de Vietnam había acentuado el conflicto Este-Oeste a su máxima expresión. La línea divisoria de los “amigos y enemigos” de cada bando se hacia más inflexible y no cabía lugar a experimentos independentistas.

En 1965, Estados Unidos invade la República Dominicana con el fin de aplastar una insurrección guerrillera dentro del gobierno progresista de Juan Bosch; en 1968 la Unión Soviética invade Checoslovaquia – en lo que la historia llamaría “la primavera de Praga” – con el objetivo de aniquilar todo experimento político alejado del control ideológico de Moscú. Ya no estaban Kennedy (asesinado por quién sabe qué oscuros intereses) en Estados Unidos y tampoco Kruschev (depuesto por la nomenclatura del Soviet Supremo). Lyndon B. Johnson y Leonid Brezhnev, eran los nuevos amos de la guerra fría y ahora el mundo debía girar ante sus parámetros, caprichos y rumbos ideológicos.

Más por un tema económico que político, la China de Mao Tze Tung, con los años simplificado a Mao Zedong, abandona el apoyo internacional a la lucha armada insurrecta y, abrazándose en una revolución cultural, trata de expandir su ideología de guerra revolucionaria a través del famoso “libro rojo”, que da la vuelta al mundo y se convierte en la lectura obligada de las tertulias literarias y políticas progresistas. Mao lanza al mundo su “teoría de las cuatro contradicciones”, en donde ubica al mundo sometido ante dos demonios: el capitalismo invasionista americano y el socialismo expansionista soviético.

Johnson, por su parte, justifica su posición de preservar espacios de poder al lanzar su teoría intervensionista de las “fronteras ideológicas” y Brezchev proclama que la soberanía de un país no es absoluta sino limitada, cuando su seguridad interna atenta contra los principios ideológicos de su concepción como país.

En 1968, año del mayo francés, del Tlatelolco mexicano, de la primavera de Praga, del asesinato de Luther King y Robert Kennedy, muere en Bolivia Ernesto “Che” Guevara, fusilado por las fuerzas armadas de ese país y traicionado por sus mismos ideales. Cuba pierde un comandante, la revolución gana un mito.

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