(Milenio).- Disney no es el primer nombre que salta a la mente cuando piensas en una celebridad amante del jazz. Pero echa un segundo vistazo y la relación no parecerá tan descabellada.
De hecho, a Walt Disney le fascinaba tanto el jazz que se encargó de contratar para sus producciones a compositores formados en este género. Fue así que a las filas de su compañía se unieron músicos como George Burns, mente detrás la música de una veintena de películas, entre ellas: Los Aristogatos y Robin Hood.
Jazz loves DisneyPienso también en los hermanos Sherman, quizá la pareja de músicos más prolífica que ha tenido la industria. A ellos les debemos las canciones de Mary Poppins, Huckleberry Finn -versión musical de la historia de Mark Twain- y El libro de la selva.
Y entre los que aún viven, es imprescindible nombrar a Randy Newman, ganador de un par de premios Oscar -aunque nominado unas veinte veces-, recordado sobre todo por la música de las franquicias Toy Story, Monsters Inc y, más recientemente, Cars.
Varias de estas mentes maestras vuelven a nuestros oídos gracias al disco Jazz loves Disney, producido por el legendario ganador del Grammy, Jay Newland. Los arreglos de Rob Mounsey -también ganador múltiple del Grammy y el Emmy- son una mezcla de big band old school con la frescura de las voces nuevas. Las canciones suenan tan revitalizadas que logran esquivar la nostalgia.
Grabado en París, Londres y Los Ángeles, el disco abre con “Ev’rybody Wants To Be a Cat”, en voz del británico Jamie Cullum. Le sigue una versión de “He’s a Tramp” (La dama y el vagabundo) por Melody Gardot, esa voz seductora que te atrapa apenas pronuncia ese primer “Mmm, what a dog”.
Stacey Kent -quien ha colaborado en varios discos con el Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro- canta una exquisita versión bossa nova y en francés del juguetón “Bibbidi Bobbidi Boo” de La Cenicienta y la francesa Laïka Fatien convierte la versión espectral de “Once Upon a Dream” (Maléfica), cortesía de Lana del Rey, en una canción ideal para una noche de vino.