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Los inhalables, droga de moda en Querétaro

QUERÉTARO, 29 de diciembre 2016 (La Silla Rota).- Serafín camina en zigzag para encontrarse con esta reportera; su cuerpo expresa que su cerebro, por dentro, está en un vaivén de sensaciones. Presiona el puño y lo lleva a la nariz, inhala y continúa caminando. El consumo de inhalables dejó rastros de desmemoria y confusión en él; la pupila dilatada y el enrojecimiento de sus ojos enmarca el rostro del infante de 16 años de edad.

“Me gustan las monas, pero nosotros también tenemos sentimientos aunque andemos drogados (…) Pero a veces sí da hambre, aunque andemos inhalando, esto también nos da hambre”.

Tras varios pasos, se reúne con Javier, quien se distingue por portar un gorra y por su caminar desenfadado.

“Soy rapero callejero, me ves así drogado (…) a mí me gusta rapear (…) si nosotros no somos felices nadie es feliz, nosotros somos drogadictos, pero respetamos a la gente, la neta”.

Al encuentro se suma Ernesto, un joven de 20 años es originario de Santiago Mexquititlán, localidad indígena de Amealco de Bonfil. Hace tres años que –dice- trabaja “en la misma empresa”, en la calle, en los cruceros donde limpia parabrisas.

“He estado en dos que tres lados, también en Guadalajara, he estado trabajando y limpiando, lo mismo hago aquí, pero como no tengo estudios no me dan trabajo, como quiera ya sé sobrevivir en la calle (…) (dejó la escuela) por falta de dinero, falleció mi papá para esos días (…) a la vez sí me gustaría estudiar, pero ahorita también me dedico a vender papas”.

Únicamente estudió la primaria. Sus actividades se centran en limpiar carros y vender papas, la baja escolaridad le ha impedido obtener otro empleo.

En la zona es común inhalar tíner: “uno puede andar todo el día sin comer”, comenta.

Nazario Domínguez también es de Amealco. Hace tres años migró a la capital del estado, motivado por la muerte de sus padres. Desde entonces, relata, encontró un refugió en las “monas”.

Su mirada se pierde en los recuerdos. Habla poco, pero mira penetrantemente, esboza oraciones en las que confunde palabras. De la bolsa derecha de su pantalón saca una botella de tíner y una estopa, intercalando erróneamente las consonantes afirma que “se seca el cerebro”.
“Se me murió mi mamá, ya tiene tres años, también murió mi papá, nada más tengo a mi hermana que tiene 15 años (…) esto me cuesta quince pesos, es una botellita de tíner, lo compro allá arriba, en El Tanque, son 200 mililitros, me dura un día”.

Las confrontaciones con policías municipales son recurrentes. Marisol recuerda aquél día en que fue esposada, su pareja –comenta- recibió descargas eléctricas. Acusa abusos perpetrados por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Querétaro.

“A mí una vez me esposaron bien feo mis manos, llevaba bien apretadas las esposas, a mi ex le dieron toques, nos agarraron aquí, fue un viernes”.

La mujer de 23 años es parte una grupo de jóvenes que tiene en común la vida en la calle, el consumo de inhalables, pero también reflejan un ávido interés por aprender. Muestran entusiasmo cuando hablan de aquellos jóvenes que los visitan para realizar actividades de alfabetización.
Manuel interrumpe la charla para recordar el día en que lo golpearon y le quitaron 50 pesos. Los efectivos, afirma, reprocharon el aliento del joven, percibieron un dejo de tíner.

“Son dos policías, me cachetearon allá arriba, nada más me pegaban cuando no pasaba la gente, cuando pasaba según ellos me estaban platicando bien (…) nosotros respetamos a la gente y los policías no nos respetan a nosotros (…) la otra vez me tumbaron hasta 50 pesos, era lo único que traía, solo fue por el aliento a mona (…) el otro día me dieron un sofocón, a veces te pegan sin hacer nada”.

Comunidad en el olvido
Serafín, Ernesto, Nazario, Marisol, Manuel y otros jóvenes, han integrado una comunidad que durante años ha sido segregada por la indiferencia.
Los cruceros, del centro de la capital de Querétaro, son su punto de encuentro. Es ahí donde han crecido, es ahí donde los automovilistas los miran detrás de los espejos, donde la prisa de los transeúntes enmarca su día a día.

Esos cruceros han visto generaciones ir y venir.

Apenas obscurece y juntan cartones, periódico o cobijas que han recibido en obsequio. Entonces, dejan los cruceros para concurrir en aquella zona donde los negocios han cerrado, donde encuentran un refugio por la noche.

Cristian relata que ahí se reúnen diariamente, ahí duermen, pero también forjan una convivencia con encuentros y desencuentros. A veces la concurrencia es hasta de veinte o treinta personas, refiere.

Querétaro en el top de consumo de inhalables
Querétaro sobresale entre los estados con alta incidencia de consumo de inhalables en jóvenes, según la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes (Encode 2014).

También la medición de la Encuesta Nacional de Adicciones arrojó que Querétaro está en los primeros lugares de consumo de estas sustancias, muy por arriba de la media nacional.

Un documento de este año del Centro de Integración Juvenil del estado señala que hay una prevalencia de consumo de inhalables entre sus pacientes de 40.6%, cuando la media nacional es de 29.7%.

El consumo frecuente de inhalables genera adicción, necrosis (muerte de células) y degenera las neuronas, sin embargo, resultan una de las drogas de mayor accesibilidad en costo y en adquisición.

La Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic) expone que los solventes orgánicos son los de más frecuentes en el país, utilizados principalmente entre productos del hogar o de la industria.

Para producir una alteración mental se utiliza gasolina, líquido de encendedores, aerosoles, pegamentos, removedores de pintura, esmaltes, quitamanchas, tíner, PVC, activo y cemento.

Entre otras sustancias inhalables se enlista a los anestésicos, en forma de gases, óxido nitroso y el etileno; líquidos volátiles, como el cloroformo, éter, fluroxeno y halotano; causan relajación y dilatación de los vasos sanguíneos o incluso genera euforia y confusión, refiere la Conadic.
El incremento en las dosis eleva el riesgo de tener daño cerebral, alteraciones en el ritmo cardiaco, problemas respiratorios; además, incide en los cambios de humor, genera temblores y convulsiones.

También produce trastornos en el sistema nervioso; causa daños irreversibles en hígado y riñones, “debido a que en ellos se acumula el efecto de los compuestos, por ser los órganos encargados de procesarlos y eliminarlos”, explica la comisión.

Los inhalables generan un efecto psicoactivo en el cerebro, actuando también sobre el corazón y derivando en daños irreversibles, explica el comisionado del Centro Estatal Contra las Adicciones (CECA) en Querétaro, Guillermo Tamborrel Suárez.

“El daño que ocasionan es terrible, así como puedes observar que el tíner limpia pintura y cómo la va borrando, así se va borrando también la capacidad de aprendizaje, de tomar decisiones y de memoria, esto -sobre todo- en los menores de edad, cuyo cerebros son todavía inmaduros y en quienes el daño es doble porque lesiona estas cualidades y al mismo tiempo es mucho más propenso a generar una adicción”.

Tlapalerías y productores, el reto
Adquirir inhalables es legal y accesible, lo mismo en tiendas que en farmacias, tlapalerías y demás puntos de venta.

Algunas ferreterías incluso han creado paquetes: ofertando una botella de tíner y una estopa por entre 15 y 20 pesos, explica el Comisionado del CECA.

“Hoy los inhalables, aquí en Querétaro, lamentablemente tienen una presencia muy alta, incluso por encima de la media nacional, hombres y mujeres consumen prácticamente lo mismo (…) Estamos encima de la media nacional, es decir, somos de los estados que más alto consumo de inhalables tiene”.

Sensibilizar a los consumidores, productores y vendedores se vislumbra como uno de los principales retos y estrategias para reducir el consumo.
La Comisión Nacional Contra las Adicciones estableció la meta de sensibilizar a cinco establecimientos por cada uno de los Centros de atención primaria contra las adicciones que hay en los estados; en el caso de Querétaro son seis centros, por lo que la meta es 30 establecimientos, pero el centro estatal ha planteado llegar a las 1,215 tlapalerías que tienen registro en la entidad.

En los consumidores, la estrategia se centra en concientizar respecto a los efectos y daños que provocan, dado que 94.3% considera que es peligroso inhalarlos, mientras que 5.7% lo percibe como no peligroso, resultando en que no existe una conciencia real o profunda –declara el comisionado- dado que siguen consumiéndolo, pese a considerarlos tóxicos.

Ante este panorama, existe una propuesta de establecer una norma oficial que obligue a los productores -de sustancias que contienen solventes- para que añaden componentes que generen rechazo durante la inhalación.

“Que los productos obedezcan a una norma oficial donde quede establecido que deberán añadir los productos que provocan el rechazo al momento de ser inhalados, que por norma lo hagan (…) he tenido testimonios de tlapaleros que antes vendían una caja al mes, cambiaron de marca y ahora venden unas cuantas latas”.

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