Jazz murió a causa de un defecto genético por el que su madre podría haberla abandonado.
Hay amistades dispares que, no por parecer imposibles o demasiado extrañas carecen de sinceridad, amor y empatía. Así es la relación que se formó entre Jazz, una jirafa bebé que fue abandonado por su mamá apenas nació, y Hunter, un perro de guardia que forma parte del personal de The Rhino Orphanage, un orfanato de animales.
Como te contamos hace unos días, Jazz llegó al refugio ubicado en la provincia de Limpopo en Sudáfrica, luego de que un granjero lo encontrara deshidratado y muy débil en el campo; desde el inicio, los cuidadores y veterinarios se hicieron cargo de él y trabajaron muy duro para ayudarlo a mejorar, pero sus esfuerzos no consiguieron los resultados esperados, pues este viernes, la jirafa murió.
Cuando Jazzie fue rescatado, uno de sus ojos se veía completamente rojo y los especialistas comenzaron a trabajar pues, según explicaron a través de Facebook, dicha característica se debía a que había sangre en la zona. Durante todo el proceso de recuperación, Hunter durmió unto a la jirafa y la gente del orfanato contó que, en los momentos más críticos, ni siquiera comía para no separarse de él.
A pesar de que la salud de Jazz parecía estar mejorando, sus ojos volvieron a llenarse de sangre y su estado de ánimo se vio afectado a tal grado que se notaba desorientado; la situación alertó a los cuidadores, los veterinarios y a Hunter que en todo momento se quedó cerca.
Jazz murió a causa de un defecto genético con el que nació, lo que probablemente explicaría el abandono, pues según explicaron en el orfanato, las hembras pueden darse cuenta de esta clase de problemas en sus crías y por ello se van para dejarles morir a tiempo, no porque sean malas madres.
Según contaron las cuidadoras, Hunter permaneció un tiempo en la puerta de la habitación donde murió Jazz y después acudió a ellas para buscar consuelo, pero está reintegrándose ya a sus actividades normales, lo que indica que su estado emocional está recuperándose.