TUXTLA GUTIÉRREZ.- Hace año y medio, Heriberto Santiz Patishtán salió de su comunidad Bechitik, en el municipio de San Juan Chamula, Chiapas, para vivir el “sueño americano”; sin embargo, hace poco más de un mes sufrió un accidente y murió.
Este miércoles 13, cerca de la caseta de peaje de la autopista Tuxtla Gutiérrez-San Cristóbal de Las Casas, familiares y amigos esperaban ansiosos el cuerpo del agricultor tsotsil, mismo que desde hace un mes permanecía en Estados Unidos debido a los trámites que se tienen que hacer para la repatriación.
Hilario, su hermano, cuenta a La Silla Rota que la muerte de Heriberto es un duro golpe para su madre, sus tres hermanas e igual número de hermanos, toda vez que el joven de 32 años de edad ya estaba instalado en Ohio para trabajar en el corte de verduras.
Tras recibir información de personas que convivieron e, incluso, fueron compañeros en el campo, comenta que, al parecer, el patrón se desentendió de brindarle una adecuada atención médica a su hermano, quien sufrió una herida en uno de los dedos de su mano (no especificó cuál).
No lo llevaron al hospital, nada más lo mandaron a descansar a su departamento, pero sangró mucho, y como perdió mucha sangre, al tercer día falleció
La esposa de Heriberto se cubre el rostro, no desea ser fotografiada, mucho menos hablar del tema. Solo espera, agazapada, la llegada de su amado, con quien procreó dos niñas y un niño.
BUSCABA MEJORAR LA VIDA DE SU FAMILIA
Si Heriberto decidió irse a los Estados Unidos, cuenta Hilario, fue porque en Bechitik la tierra ya no es tan redituable como lo es del otro lado de la frontera. “Él se fue legal, sacó su pasaporte, no con un ´coyote´”.
Aunque antes de instalarse en Ohio, el indígena tsotsil primero radicó un tiempo en California, donde trabajó en una taquería.
“Solo Dios sabe por qué pasan las cosas, y el 11 de junio lo perdimos por algo que, creo, fue muy pequeño (en referencia al corte del dedo que pudo haberse curado más fácil, o con una mejor atención), y hasta ahora que llega su cuerpecito)”, apunta quien, de igual forma, hace como ocho años también trabajó en EU (en Las Vegas), pero se regresó porque, como jardinero, no le fue tan bien como anhelaba.
La repatriación del cadáver se prolongó porque hubo algunas complicaciones con el Consulado estadounidense. Además, subraya Hilario, en ese tiempo tuvieron que recabar alrededor de 25 mil pesos, más otros gastos que se generarán con el velorio, de al menos dos días, en honor de Heriberto, cuyo cuerpo será inhumado este viernes en la tierra que, hace año y medio, lo vio partir lleno de esperanzas de una mejor vida.
Por un momento, a la zona de la caseta llega el vehículo de la funeraria que transporta el cajón azul metálico donde reposa el cuerpo de Heriberto. De inmediato, amigos y familiares, la mayoría varones, se suma a la carga del féretro, para llevarlo hacia una camioneta de redilas.
Algunos, como Heriberto, lloran al tener a su ser querido “en casa”. Incluso, cerca de 15 personas, se suben a la camioneta para acompañar el ataúd. Hay quienes no paran de llorar, otros solo agachan la cabeza, pensativos. Heriberto ya es llevado a Bechitik, su última morada, donde será despedido como tradicionalmente se hace en San Juan Chamula.
“Se fue no solo mi hermanito, sino mi mejor amigo, quien no se metía con nadie, solo se dedicaba a trabajar la tierra”, remata Hilario, quien se quebró al ver que ya llegaba el cadáver de Heriberto.
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