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viernes, abril 19, 2024

Desaparecidos: una década de búsquedas en carreteras de Tamaulipas

CD VICTORIA.- El 13 de noviembre de 2012, el aun presidente Felipe Calderón Hinojosa inauguraba el arranque de la construcción del Libramiento Valles-Tamuín, en el municipio de Ciudad Valles, conocido como “la puerta grande de la Huasteca potosina”, zona este de San Luis Potosí. Entre la multitud, una mujer sostenía un cartel, se levantó de su lugar y gritó: “Perdone que lo interrumpa, mi único afán (es) encontrar a mi familia. Mi familia está desaparecida desde el 14 de agosto del 2012… los levantaron en Ciudad Mante, Tamaulipas”.

Se refería a la maestra Edith Pérez Rodríguez, de Tamuín, también municipio fronterizo con Tamaulipas y parte de la Huasteca potosina.

De acuerdo con una investigación de Marcela del Muro, para A dónde van los Desaparecidos, la noticia impactó a Lupita Mendiola Acosta, administradora de Ciudad Valles, porque una semana antes, el 7 de noviembre, su hermano menor, Daniel Mendiola Acosta, junto a uno de sus trabajadores, Gerardo Uribe Rodríguez, ambos treintañeros, habían sido secuestrados en la misma carretera. Los Mendiola Acosta ya habían entregado el rescate en un entronque de la carretera de Antiguo Morelos, Tamaulipas, pero seguían sin saber dónde estaban.

“A los seis días ponemos la denuncia. Empiezan a rastrear los teléfonos y todavía (las señales) daban en la sierra. Ahí, a mediados de noviembre, es cuando empieza el verdadero calvario: hablar, investigar, esperar, volver a hablar y que las autoridades no te digan nada”, recuerda Lupita, su semblante alegre se nubla cuando recuerda aquellos primeros días.

Angustiada, la administradora de Ciudad Valles se reunió con la maestra.

“Entonces ya me enteré que desaparecieron sus hijos y sobrinos que estaban chicos; desaparecían de todas las edades”, comenta Lupita.

La señora Pérez busca a sus hijos Alexis y José Arturo Domínguez Pérez, de entonces 16 y 20 años; su sobrina Milynali Piña Pérez, de 13, su sobrino Aldo Pérez Salazar, de 20, y su hermano Ignacio Pérez Rodríguez, de 54 años. Aquel martes 14 de agosto de 2012, ellos venían de regreso de Houston, Texas. Pasadas las seis de la tarde, José Arturo avisó a su mamá que iban llegando a Ciudad Mante, Tamaulipas, cabecera municipal de El Mante. Solo les faltaban dos horas para llegar a Tamuín, pero fue pasando el tiempo y los viajeros no volvieron.

En tres meses, Edith y su hermana Graciela Pérez Rodríguez, mamá de Milynali, habían recorrido las comandancias de la Policía Federal, Estatal y Municipal en la zona y las procuradurías de los dos estados; pedido ayuda de las comisiones de derechos humanos, la potosina y la tamaulipeca; y acudido a Províctima, de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) y, en cada instancia, rogaron que buscaran a sus desaparecidos, pero ninguna investigó ni las asesoró.

La familia salió, por su cuenta, a explorar las brechas en medio de la serranía de El Mante, entre los cañaverales y los ranchos abandonados. Peinaron kilómetros de veredas en medio del monte crecido donde, suponían, desapareció la camioneta color arena con sus cinco seres queridos y comenzaron a encontrar indicios de terrenos utilizados como guaridas que, suponían, eran de criminales.

“Estábamos desesperados y pensábamos que el único que nos podía ayudar para que se hiciera la búsqueda era el presidente”, dice la madre de Alexis y Arturo. Con esa acción de protesta, la averiguación por la desaparición de su familia fue enviada a la delegación estatal de la PGR, con base en Ciudad Victoria, y las autoridades comenzaron a buscar a sus desaparecidos.

Este 2022 se cumplen 10 años desde que Lupita, Edith y Graciela iniciaron la investigación y búsqueda de sus familiares. De 2006 a junio del 2022, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) se han reportado, al menos, 228 personas desaparecidas en el municipio tamaulipeco de El Mante, un territorio asolado por un tipo de violencia muy organizada, ejercida, desde el 2010, por Los Zetas, que controlaron las actividades ilícitas en el municipio y tenían la complicidad y el silencio de las autoridades. Desde 2016, la región es disputada por sus escisiones: los Zetas Vieja Escuela y el Cartel del Noreste.

En esta zona que fue dominada por el terror, Lupita, Graciela y Edith trazaron una brecha para la búsqueda de personas. Ellas junto a sus colectivos han descubierto y explorado esas tierras donde los grupos criminales habitaron e intentaron quemar los rastros de las personas que se llevaban. Sus investigaciones arrojan pistas claras que explican la dinámica regional de la desaparición de personas y de la violencia ejercida por este grupo criminal en poblaciones bajo su dominio.

Para leer el reportaje completo diríjase aquí.

 

 

 

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