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jueves, marzo 28, 2024

¿Qué pasó en Charlottesville?

El sábado 12 de agosto, en la pequeña ciudad universitaria de Charlottesville, Virginia, Estados Unidos, varios manifestantes decidieron derribar la estatua del general Robert E. Lee (1807 – 1870), personaje símbolo de la esclavitud que durante la Guerra Civil en el siglo XIX lideró las fuerzas de la Confederación y luchó para que no se aboliera la esclavitud de los negros. De hecho la ciudad habíavotado desde el mes de febrero a favor de retirar dicha estatua, erigida en 1924, al considerarla discordante y se acordó renombrar el parque en que se ubica.

Desde entonces se dieron fuertes protestas de la extrema derecha local y se paralizó por alguna tiempo el derribe del monumento. Los extremistas de derecha reivindican a la estatua como un símbolo histórico del poder blanco sureño y los defensores de la retirada de la estatua la consideran la preservación de un símbolo racista.

Horas antes del enfrentamiento, miembros de la ultraderecha racista americana marcharon por la ciudad para protestar por el retiro de la estatua; después cientos de ellos salieron a protestar con más fuerza contra la decisión de los progresistas encendiendo antorchas y enarbolando incluso banderas de la Confederación y coreando consignas nazis. Y ocurrió lo que pudo haberse evitado.

Al encontrase en el parque con los manifestantes progresistas, entre ellos la agrupación antirracista Black Lives Matter (Las vidas negras importan), se rompió la violencia.

Los agentes de seguridad lanzaron gases lacrimógenos y no pudieron contener los golpes y agresiones. Había individuos pertrechado con cascos y palos, pero también podía verse que algunos de los nacionalistas portaban vestimenta militar y armas. En Virginia están permitidas.

La policía estatal activó el estado de emergencia y desplegó un fuerte contingente de cuerpos antidisturbios y llamó a la Guardia Nacional, el Ejército de reserva del Estado de Virginia.

Ante los hechos de odio, el joven neonazi James Alex Fields Jr. embistió a la multitud con su auto Dodge Challeger dejando a una mujer de 32 años muerta y al menos 20 heridos.

Los enfrentamientos que ocurrieron luego dejaron, en total, el saldo de tres muertos y unos 20 heridos.

¡Las imágenes son elocuentes e inenarrables!

El conductor del automóvil fue arrestado y enfrenta cargos de asesinato en segundo grado e incluso el ataque “entra en la definición de terrorismo interno en nuestro estatuto”, como lo afirmó Jeff Sessions, Secretario de Justicia, en un programa de televisión.

“La residente de Charlottesville, Heather Heyer, fue arrollada por un vehículo cuando ejercía pacíficamente el derecho de la primera enmienda a expresarse. Este acto de violencia sin sentido desgarra un agujero en nuestros corazones”
, destacó en un comunicado la ciudad de Charlottesville.
Ayer miércoles, cientos de personas asistieron al teatro Paramount, de Charlottesville, para despedirla. Entre los asistentes al funeral estaban el gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, el senador Tim Kane y el alcalde de Charlottesville, Mike Signer.

Ante los hechos lamentables la ciudad de Baltimore retiró cuatro estatuas confederadas: los monumentos a Robert E. Lee, comandante del ejército confederado proesclavitud en la Guerra Civil Americana y Thomas “Stonewall” Jackson, otro general confederado, fueron desmantelados del parque Wyman Park Dell después de que el ayuntamiento aprobara el lunes la eliminación de las cuatro estatuas; informó el diario Baltimore Sun.

Es buena acción como símbolo, pero no basta. En dado caso hay que derribar 718 monumentos confederado que existen en EU; también hay 109 escuelas públicas con el nombre de Robert. E. Lee, el presidente de la Confederación Jefferson Davis y otras figuras de la Guerra Civil. Son símbolos de la esclavitud.

 

Reacciones

El error del presidente Trump ante los hechos de Charlottesville. Sus tuits, el primero emitido al mediodía del sábado, afirmó:

“TODOS debemos estar unidos y condenar todas las posturas de odio. No hay lugar para este tipo de violencia en América. ¡Juntémonos todos a una!”
¡Pero Trump condenó los sucesos sin señalar la responsabilidad principal de los supremacistas!

El presidente calificó de “horrible” lo sucedido en Charlottesville, pero precisó que no todos los que acudieron a la protesta eran neonazis o supremacistas blancos. De hecho, el presidente insistió en que entre los integrantes de la marcha supremacista había buena gente y defendió su derecho a manifestarse.

“El racismo es el mal. Y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes para todo lo que valoramos como estadounidenses”, dijo en una declaración televisada y sin preguntas desde la Casa Blanca el pasado lunes 14 de agosto, su primera reacción al incidente de manera pública.

“Antes de hacer una declaración, necesito los hechos”, subrayó Trump, explicando que, cuando hizo sus primeros comentarios, no sabía, por ejemplo, que el histórico líder del KKK, David Duke, estaba allí. Originalmente, el presidente había responsabilizado a “muchas partes” del “odio y fanatismo” vistos en Charlottesville.

Y el martes 15, tras censurar directamente a los grupos racistas un día antes, recuperó su línea inicial e insistió en repartir culpas por los disturbios. “¿Qué pasa con la alt-left (izquierda alternativa) que atacó a lo que usted llama alt-right? ¿Tienen alguna culpa?”, respondió a una periodista que le pidió que comentase sobre la supuesta responsabilidad de la nueva derecha estadounidense en los choques.

Sus comentarios colocaron a la Casa Blanca en el centro de la polémica y casi todo mundo se le echo encima. Las críticas hacia Trump fueron inmediatas y amplias con la única excepción de los grupos conservadores.

El Obispo de Lincoln en EU, James Conley, dijo que los “supremacistas blancos no fueron los únicos sembrando violencia en Charlottesville”. “Debemos ser claros. La supremacía blanca es repulsiva. La intolerancia va en contra de todo lo que defiende este país. No puede haber ambigüedad”, dijo el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan.

En tanto, el jefe republicano del Senado, Mitch McConnell, ahondó en el rechazo: “no podemos permitir tolerancia hacia una ideología de odio racial. No hay buenos neonazis, los que apoyan su visión no son seguidores de los ideales y las libertades americanas”, subrayó, “todos tenemos la responsabilidad de plantarnos en contra del odio y la violencia”.

Ronna Romney McDaniel, máxima responsable del Comité Nacional Republicano, alegó que Trump simplemente admitió que ambos bandos se enzarzaron a golpes en Charlottesville, pero enfatizó que la culpa es de los supremacistas blancos que acudieron a la ciudad a protestar. “No hay lugar en nuestro partido para el Ku Klux Klan, antisemitismo, racismo, intolerancia”, dijo.

Asimismo, los expresidentes George H. W. Bush y George W. Bush emitieron un comunicado conjunto en que instaron a rechazar “la intolerancia racial, el antisemitismo y el odio en todas sus formas”. Lamentablemente no hicieron ninguna referencia explícita a los supremacistas blancos ni a los neonazis. Se les pasó.

Altos mandos militares criticaron implícitamente a Trump: “el Ejército no tolera racismo, extremismo u odio en nuestros rangos. Va en contra de nuestros valores y de todo por lo que hemos luchado desde 1775”, tuiteó el Jefe de Gabinete del Ejército de tierra, Mark Milley.

Altos cargos de las otras tres ramas de las Fuerzas Armadas se expresaron de forma similar.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo que “simplemente no hay lugar” para “el odio y la violencia” en el discurso público en EU.

El posicionamiento de Trump ante los hechos fue tibio, quizá les hizo caso – de nuevo – a sus asesores nacionalistas blancos como Steve Bannon y Stephen Miller.

Además, Kenneth Frazier, CEO del gigante farmacéutico estadunidense Merck, anunció su renuncia como consejero económico de Trump, en protesta por las declaraciones sobre lo ocurrido en Charlottesville: “Como CEO de Merck y como una cuestión de conciencia personal, siento la responsabilidad de tomar posición contra la intolerancia y el extremismo”, dijo en Twitter, recordando que los líderes estadunidenses deben “rechazar claramente las expresiones de odio, intolerancia y supremacía”.

Trump no tardó en responderle: “Va a tener más tiempo para dedicarse a reducir el precio totalmente abusivo de los medicamentos”, tuiteó.

En cambio, el expresidente Barack Obama emitió un tuit sobre la violencia racista y se convirtió en el mensaje con más me gusta de la historia de Twitter.

“No one is born hating another person because of the color of his skin or his background or his religion…” @BarackObama
El mensaje de Obama es simple, utilizó una cita del nobel de la Paz, Nelson Mandela, acompañada de una foto suya con un grupo de niños de varias etnias. Completó la cita de Mandela en otros dos tuits: “Nadie nace odiando a otra persona debido al color de su piel, su contexto o su religión. La gente debe aprender a odiar y si puede aprender a odiar, se le puede enseñar a amar”.

El tuit es uno de los más populares de la historia en cuanto a retuits.

Por cierto no vi ningún tuit del Papa Francisco condenando los hechos en Charlottesville… ¿o hubo un telegrama?

¿A cumplir las promesas de Trump?

En la marcha de odio en Charlottesville estaba David Duke, el exlíder del Ku Klux Klan. De hecho antes de los disturbios, Duke dijo a la prensa que los manifestantes

“iban a cumplir las promesas de Donald Trump” de “recuperar de vuelta nuestro país”.
¿A cumplir las promesas?

Por cierto, poco importa quién es James Alex Fields Jr., un joven con odio y apenas 20 años. Hoy puede ser acusado como criminal de odio. Poco importa, él no es el culpable…

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